Una de las obras más logradas de La Roldana, que puede admirarse en el Museo de Guadalajara. Como dice su director, Fernando Aguado, "De su etapa en la Corte madrileña (1692-1706), plasma un momento íntimo y familiar. Sólo la presencia de los ángeles sugiere la divinidad de los personajes.
La composición de forma piramidal, con las figuras infantiles en el eje central para acentuar su importancia.
Luisa Roldán es extremadamente detallista en estas figuras: las texturas de las telas, de la piel y de los cabellos, los adornos de los objetos, los gestos, las miradas…
Así, consigue crear escenas llenas de ternura y dulzura, sensación que acentúa con una cuidada policromía. Esta labor, generalmente encomendada a su cuñado Tomás de los Arcos, se ejecutaba al óleo, realizando sombreados y veladuras como si se tratase de una pintura de caballete.
El proceso técnico de estas obras era el siguiente: primero modelaba en barro cada figura por separado. Después, las unía a una base de barro y eran introducidas en el horno, tras lo cual se daba la capa de preparación de la policromía y, por último, se pintaban".
Gracias cordobesa